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El pasado atraviesa el aquí y ahora. Aprendimos a pensar, sentir y a manejarnos de una manera determinada que muchas veces puede producirnos malestar. Es decir, lo aprendido o no aprendido (falta de herramientas, por ejemplo, para resolver una situación) es la capacidad de cambio que tenemos. Todo esto, por más historia que tenga, ocurre ahora y es ahora que podemos plantear objetivos de modificación. La historia singular del problema nos dará información sobre la fuerza de un síntoma, y la potencialidad de cambios-en ella se basa el trabajo clínico. Leer más sobre la perspectiva cognitivo-conductual respecto de pasado y causas
El aprendizaje es la incorporación de pautas de comportamiento, de manejo emocional, de maneras de pensar y percibir; no refiere al proceso de “enseñanza” donde estudiamos. Los aprendizajes pueden incluir formas deficitarias que van consolidando conflictos sin que nos demos cuenta. “El pasado” nos interesa en tanto pasado de esos aprendizajes, porque los problemas, cuales sean, tienen un pasado que los explica. Se trata entonces de acentuar la pregunta en el hoy teniendo en cuenta sus antecedentes y consecuentes. Esto que genera sufrimiento en el hoy: ¿Cómo puede resolverse? Nos interesa también saber “desde cuándo sucede” y “cómo”. Si bien las respuestas se orientan hacia el cambio, no toda explicación de un problema es útil o aceptable. La comprensión objetiva de la conducta humana y sus leyes, no resulta de la mera interpretación, sino de las ciencias del comportamiento. Muchas veces los pacientes llegan con diversas hipótesis sobre las causas del problema y luego, al ser informados de la evaluación funcional/diagnóstico, al brindárseles otras hipótesis, acuerdan y flexibilizan la interpretación inicial. Como el trabajo clínico es en equipo, resulta importantísimo que la información clínica sobre las causas sea compartida con al paciente. Pero no nos detenemos allí, necesitamos que todo el volumen de información que tenemos nos permita intervenir para cambiar en el presente y maximizar el desarrollo del sujeto, muchas veces impedido por el motivo de consulta y sus secuelas. ¿Qué se cambia?A partir del momento en que alguien se decide a iniciar una terapia de este tipo, empieza a trabajar en la primer sesión. Serán dos las personas dispuestas a transitar por un proceso de modificación. Pero el alta definitiva se da cuando el paciente ha aprendido a generalizar lo nuevo y ya ha solucionado el problema que lo trajo a consulta. Bajar archivo: Consentimiento informadoEn función a la evaluación diagnóstica se hará una propuesta de trabajo al consultante, pudiendo planificar juntos qué se abordará primero y explicándole los estadios del tratamiento, incluyendo información sobre la utilización de técnicas, registros, y detalles de esta modalidad de trabajo. El consentimiento informado además de ser una obligación ética del psicólogo, afortunadamente en la actualidad ha cobrado carácter legal. Leer más consentimiento informado
“La obligación de obtener el consentimiento da sustento al respeto por la autonomía de las personas, entendiendo que dicho consentimiento es válido cuando la persona que lo brinda lo hace voluntariamente y con capacidad para comprender los alcances de su acto; lo que implica capacidad legal para consentir, libertad de decisión e información suficiente sobre la práctica de la que participará, incluyendo datos sobre naturaleza, duración, objetivos, métodos, alternativas posibles y riesgos potenciales de tal participación” (Colegio de Psicólogos de la Provincia de Buenos Aires, disponible en www.colegiodepsicologos.org.ar). Es intrínseco a la clínica cognitivo conductual compartir información con nuestros pacientes respecto de la terapia, poseemos un saber “activo” a disposición de ellos, fundamentalmente porque consideramos necesario que comprendan lo más posible sobre su problema y su modificación. Es así que el motivo de consulta se especifica lo más posible comenzándose a realizar la “psicoeducación”; allí se dan los fundamentos teóricos más importantes en los que se basará la posterior aplicación de técnicas (que también son explicadas). Fases del tratamiento cognitivo conductual
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Este análisis conduce a una adaptación individual de los conocimientos y las técnicas. Su base teórica es conocida como “el modelo clínico experimental”. En esta fase se especifican los problemas y se realiza la psicoeducación: se socializa un saber que ayuda a entender los hechos con mayor objetividad. Muchas veces la objetividad se pierde porque la emoción nos lleva a interpretar todo de un modo más acorde a nuestro estado de ánimo que a la realidad misma. Fase de tratamiento: Una vez planteados los objetivos, comienza a aplicarse el programa que hemos elaborado. El paciente tiene aquí un rol activo conformando con el terapeuta un equipo de trabajo: ambos saben qué harán, cómo, y para qué. Ya se ha establecido el encuadre: cuál será la frecuencia de las sesiones, su costo, y cómo será el trabajo fuera del espacio terapéutico. Durante el tratamiento el terapeuta deja abierto canales de comunicación que permiten permanecer en contacto si el consultante necesitara hacerlo. Las modificaciones concretas aparecen en esta fase, observándose sesión a sesión. Fase de consolidación y seguimiento: Aquí las sesiones van a comenzar a espaciarse. El rol del terapeuta es menos directivo, se han producido los cambios deseados y es hora de mantenerlos. De ese mantenimiento consta la última etaoa: quien ha consultado ya puede prescindir de un terapeuta para utilizar nuevos recursos psicológicos, esas herramientas ya están incorporadas a la vida cotidiana, de manera que solo resta evaluar cómo se están implementando. “Recurso” o “herramienta” son formas generales de referir al proceso terapéutico, por lo que fuere la consulta, siempre se trata de acrecentar la capacidad de la persona para resolver situaciones; aprender a razonar de una forma más objetiva, reconocer y controlar síntomas e impulsos, diferenciar pensamiento de emoción, predecir consecuencias de la propia conducta, comunicarse de una manera eficaz, desarrollar los vínculos, detectar situaciones problema. En la última fase se pone a prueba el nuevo aprendizaje, el espaciamiento de las consultas permite intervenir fomentando la autonomía y la destreza de la persona. Finalmente, dado el alta clínico, esporádicamente habrá un mínimo contacto a fines de constatar que los cambios se sostienen sin interferencia; este “seguimiento” se lleva a cabo con discrecionalidad consensuando con el paciente cuál es el medio adecuado. En general, como el vínculo establecido tiene componentes afectivos, el contacto surge espontánamente y son los mismos pacientes quienes lo generan. El tratamiento combinado: Psicoterapia y psicofármacosEn algunos casos, la terapia cognitivo conductual manifiesta ser más eficaz que la medicación. En otros, es factible que algunos pacientes la necesiten para aliviar el sufrimiento y poder trabajar fuera de la urgencia anímica. Sin embargo, es la evaluación psicológica individual quien determina la implementación de un tratamiento combinado. En estos casos, se trabaja en forma interdisciplinaria para maximizar los efectos positivos de la medicación y que ésta sea ingerida por el menor tiempo posible, en la menor dosis. Leer más sobre el tratamiento combinado
Cuando el malestar emocional es muy grande hay que generar las condiciones para que la psicoterapia comience ser un espacio de trabajo y resolución. Algunos diagnósticos clínicos, como la esquizofrenia, justifican la medicación al punto de que sin ella no es posible dar curso a la terapia. Veamos qué ocurre con las herramientas que las disciplinas de la salud mental pueden brindar. “¿Qué diferencia hay entre un psicólogo clínico y un psiquiatra? El psiquiatra se diferencia del psicólogo clínico en diversos aspectos. El primero, es que el psiquiatra es un licenciado en medicina y el psicólogo clínico es un licenciado en psicología. Por ello, el psiquiatra considera los problemas del paciente como resultado de que algo no funciona bien en el organismo (en el cuerpo); por el contrario el psicólogo clínico se centra en aspectos psicológicos (cómo influyen en el problema las relaciones y situaciones sociales, familiares, las emociones propias y de los demás, la opinión y visión personal que se tiene sobre los problemas, etc.). Esto no quiere decir que el psicólogo excluya en su tratamiento los aspectos orgánicos, o que el psiquiatra haga lo propio con los factores psicológicos. Sin embargo, sí debe quedar claro que ambos se diferencian en la mayor importancia que dan a lo psicológico (psicólogo clínico) o a lo orgánico (psiquiatra). En consonancia con esto la segunda diferencia está en qué hacen ambos profesionales. El psiquiatra se ocupa, habitualmente, de diagnosticar y recetar un fármaco; y el psicólogo clínico, junto con el diagnóstico, busca analizar las dificultades específicas del paciente en su día a día y hace un plan ajustado a éstas para superarlas” ( “Documento de la Sociedad Española para el avance de la Psicología Clínica y de la Salud”. Siglo XXI. Noviembre de 2002). Disponible en http://www.sepcys.org/Doc/DocumentoEficaciaTratamientos.htm) |
© Licenciada Laura Galasso Argentina. Buenos Aires. Tel. (54-11) 4 903 2268, solo mensajes, las 24hs. M.N. 32 120-Psicóloga clínica Especialista Cognitivo Conductual Directora ECCOT - Equipo Interdisciplinario y Psicoterapéutico |
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